Uno a uno van llegado al punto de partida, puntuales
muestran orgullosos su pasaporte recién estrenado, el destino ha puesto el
banderín de salida lejos de casa, atrás quedó Madrid, y también Toledo, la ruta de esta semana
comienza en un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme, en la Mancha, mas
allá de los dominios del bonobici, esta
semana damos un salto y ponemos rumbo a Puerto Lapice.
El pasaporte da cobertura para irnos a celebrar el día del
libro recorriendo los parajes donde se desarrollaron los relatos de uno de los
autores universales de la literatura española, nos metemos en el papel de
caballeros andantes y nos subimos en nuestras bicis para conocer las
estribaciones de los montes de Toledo.
Esta semana buscan la aventura manchega, Towers, Sali,
Migaego, Torrejota, blogger, Elcuri, Chelero, Javi y Fran.
Partimos de Puerto Lapice de la mano de los anfitriones, dos
caballeros de la Villafranca toledana,
ellos nos muestran el camino, primero
una de sus pistas, recta y llana mancha, con alguna piedra, suelta las mas veces, nos marcamos un ritmo
suave, de no malgastar mucho aliento y así como procede, darnos buena cuenta de
nuestras andanzas en semana santa, que por ser tiempo de poco oficio, nos ha
permitido a cada uno, vivir sus aventuras a sus maneras fuera del grupo, porque
si bien, la semana de pasión son tiempos de procesiones y ayunos, también es
menester vivir aventuras propias de caballeros, montar en bici y conocer nuevos
lugares.
Poco a poco el terreno se va empinando, al fondo se ven los
primeros cerros de estas sierras, a veces toledanas y otras realeñas. Los
anfitriones, manchegos donde los haya, avisan de que el trazado sube por pista
y baja por sendero, y tras pasar cerca de un árbol centenario, nos encontramos
con la primera cerca con cartel de aviso de precaución por rececho de ciervos.
Avisados estamos todos los presentes, de toda condición, que entramos en terrenos de ciervos y jabalíes,
animales de paz, si no se ven acorralados, pues son conocidas ocasiones que
envisten sin mucho miramiento, y con no
muy buenas intenciones.
El paisaje empieza a cambiar, el primer camino cabalga sobre
siembra, algún tractor se apropia del camino público, y ara y siembra camino de
todos, para ofensa y deshonor público, pues es sabido que las tierras de
Castilla tienen espacio libre para circular cuan caballero andante desee
conocerlos; nosotros rodamos sobre siembra para adentrarnos en aquel bello
paraje. La pista nos empieza a castigar las piernas, la temperatura empieza a
subir, las primeras subidas nos meten el
calor en el cuerpo.
En una de las reagrupaciones tuvimos la aparición de un
caballero de la orden de los Jarkonen, un endurero provisto con casco integral, montado sobre rocín que nos dio indicaciones para aproximarnos al
lado obscuro y buscar bajadas picadas. Pero el Curi, que es caballero de esos
que no cambian fácil de parecer, tenaz se
mantuvo en sus 13, escuchó los consejos del endurero, quizás para
seguirlos en ocasión distinta, pero el
track es el track, y seguro de sí, no se baja del burro.
Bajamos pronto lo que
tanto había costado subir, Migaego ya empieza a ver con malos ojos tanto
parriba, es de justicia recordar, que aunque lleva el escudo de la legión en su
ADN, no da por buenos tanto penar con
subidas innecesarias.
Pero no era este el día de su fortuna, y su desdicha se
hace mayor cuando en un despiste, los
que van delante nos encararon con un alto de un cerro, subida por pista
como ya nos habían advertido, que dejaba
a nuestro lado unas vistas impresionantes sobre el valle. Si no subes, no lo
ves.
Coronamos el Vasto, que así llaman aquel cerro los del
lugar, y mientras nos reagrupamos, pues el desnivel desfizo la caravana como
siempre es menester, dos parejas de buitres vienen a sobrevolar sobre nuestras
cabezas, no sabemos si aventurando algún cadáver tras aquellas rampas
peliagudas, o al olor del tupper de chorizos que escondía el Curi en la
mochila, o el picante embutido que Torrejota mostraba sin pudor en su espalda, pues bien, estos carroñeros no hacen distingos entre chorizo picante o al vino, pues ambos son carne ya muerta, como ellos prefieren de siempre por sustento.
Tras las fotos tomamos camino hacia abajo, muy rápido, que
bien merecidos lo teníamos, no solo
Migaego, sino toda la compañía, y con final interrumpido por una segunda valla,
sin alternativas no tuvimos más remedio que saltarla, con mayor o menor destreza, pues el brinco
del vallado, no es habitual en nuestras desventuras, si bien la mancha siempre
pone a prueba la destreza de caballeros,
para desfacer entuertos y proseguir con nuestras andanzas. Contamos con el
permiso de los guías, que conocedores del terreno dicen ser habitual el salto
del vallas y paramentos, no conocen caso de caballero que dispuesto a conocer
aquellas lindes hubiera encontrado paso abierto.
Aprovechamos este momento de acrobacias para hacer más
fotos, y tras una bajada de vértigo tomamos el primer sendero para que así se
cumplieran las palabras del Curi, bajamos por sendero sinuoso dándole al cuerpo la merecida recompensa como es
menester y justicia.
Tras tanta curva, y tanto frenesí, con la iglesia nos hemos
topao, y llegamos a la ermita de
Valdehierro, Madridejos, en
plenos preparativos de la próxima romería a primeros de Mayo, recién encalada y
con zócalo en añil, como mandan los cánones del lugar.
Rodeada de una zona de
merenderos, nosotros tomamos lugar de una de las mesas, para sacar el mantel y
reponer los nutrientes que habíamos perdido de camino, y alguno más: sobre el mantel chorizo del que
pica y queso manchego cortesía de Torrejota, chorizo de la suegra del Curi, pan
de horno de pueblo, recien, con su miga y todo ello regado con vino de la ya famosa
bota tubeless de Migaego. De postre Mistela,
para endulzar y alimentar el alma de hidalgos aventureros, pues no es solo cuestión de hambres en aventuras y hazañas, los intestinos requieren, y eso es por siempre, alimentos liquidos para poder enfrentarse a las desventuras que la fortuna y que por las cosas del destino vinieren.
El éxito estaba garantizado, Chelero
hizo una bendición previa de la mesa, y tras sus palabras nos propusimos no
dejar ni una miga de pan de vuelta, pues el vientre clama con ardor de
carencias que ya no le corresponden. Y
así fue. Tanto alimento en exceso va a acabar con nuestra triste figura, pues
estas viandas no corresponden a caballeros andantes, pues los doctores con
autoridad en estas y otras materias que se le parecen, recomiendan geles y
barritas mas propias de caballeros andantes.
Volvemos a tomar las riendas de las bicis dispuestos a liquidar el último
tramo de ruta, nos acercamos a Puerto Lapice por pista, bajo los efectos de la
mistela podemos ver a lo lejos unos
gigantes con grandes brazos amenazantes, pero que no consiguen amedrentarnos y
nos vamos directos a por ellos.
Tras las fotos de
rigor a los pies de los gigantes, que en realidad eran molinos tras la batalla
que nos supuso llegar hasta su lugar, el anfitrión, fiel al lema de la mañana, advierte que queda lo mejor de la ruta, y una vez concluida la subida por
pista, era ocasión de bajar por senda,
como fue menester, nos descolgamos por una senda disfrutona rodeados de jaras
en flor con un olor mas propio de bellas doncellas, que de un paraje como
aquel.
Aunque el aroma y el
paisaje era de lujo, la senda se hizo dura por momentos, el trazado por la
falda del cerro sobre el que estaban los molinos era caprichoso y subía y
bajaba según su propio criterio, y no entendía de lamentos, vinieran de donde
vinieran. El chorizo y la mistela no colaboran, y el astro rey hace justicia
poniendo a cada uno en el lugar donde le corresponde según su forma física,
pues no es solo mañana de chorizos y mistela, pues hasta aquellos lugares se va
también a emprender hazaña y dar hasta el alma si fuese menester.
Aunque las fuerzas al final parecen que nos abandonan, la
idea de que en casa, a cada uno le espera su Dulcinea, bella dama que puede
abandonar sus delicadas formas si el
caballero llega tarde de sus aventuras, y recibir a garrotazos al hidalgo,
golpes con maña que no existe armadura que libre de moratones, pues es el demonio el que se apodere de su alma y arroje a la
hoguera y por siempre, bonobicis y
pasaportes, y escoja por ventura no negociar mas permisos para aventuras, ni
cerca ni lejos de la morada y ponga en wallapop en venta hasta al propio
rocinante. Esa es la idea que nos ayuda a poner entusiasmo en el último tramo.
Al final nos salieron algo más de 40 kilómetros por terrenos
ásperos de fuertes contrastes, por el cielo vigilaban águilas y buitres, por tierra se escondían a
nuestro paso ciervos, jabalíes y algún lince despistado, un terreno de olores y
sabores intensos, pero sobretodo, fue una ruta preparada con mucho cariño, con
el espíritu de aquellos que te invitan a
su casa, te ofrecen lo mejor y además te abren las puertas de par en par.
Y por si fuera poco el asunto, a continuación disfruten del video del Curi, por ir en cabeza de la compañía, da estampas dignas de mención.
Palabra de polvorancus.
Nos vemos en la próxima.
By blogger.