La semana vino lluviosa, hubo dudas de salida hasta ultima hora. Primero planificamos la ruta por la vega del Guadarrama, pero con el terreno embarrado, por sentido común, aplazamos esa aventura para momentos mas propicios. Nos queda como siempre el recurso de la casa de campo, y para allá que nos marchamos a dar un par de vueltas, y para casa.
Esta semana disfrutamos de la compañía de un nuevo compañero, Cambaral es su nombre de guerra. Partimos temprano desde el lugar de costumbre, rumbo a Madrid, como era de esperar el terreno tenía charcos, y las bicis se clavaban sobretodo a la altura de la venta de la rubia. Charlando entramos en la casa de campo, y disfrutamos de esa estampa otoñal del parque con un sol esplendido que brillaba en todo lo alto.
Avanzando. |
Cruzamos el zoo, el parque de atracciones y el lago; en ese punto Dudu dijo conocer una rampa para dar un toque técnico a la ruta. Y para allá que nos fuimos. Sin pensarlo se tiró por la rampa abajo, no parecía tener mas dificultad, nos miramos unos a otros mientras en nuestra mente se valoraba la conveniencia o no de probar la cuesta. Mientras, uno a uno íbamos bajando hasta que Edu, dubitativo queda el último.
Las cotorras apuestan. |
Los buitres sobrevuelan nuestras cabezas. |
Mientras tanto y en lo alto de la colina, no hay marcha atrás, con dudas nuestro amigo asoma la rueda delantera de la bici por el terraplén, cierra los ojos y busca motivos para no tirarse cuesta abajo, pero estos los arruga y los arroja fuera, para tomar la decisión de volar cuesta abajo y se lanza, parece que se va a estrellar contra el suelo.
Es el momento en el que se aprecia como crecen sus uñas como las de un gato, para agarrarse al aire y no clavar la cabeza en el charco que justo debajo le estaba esperando caldoso. En ese momento como un felino endurece la columna y milagrosamente cae de pie, como los gatos, apenas unas manchas de barro cubren su indumentaria blanca y brillante.
Los buitres sobrevuelan el cielo, conscientes de que hoy, los servicios sanitarios están de huelga por los recortes, y las cotorras se miran nerviosas mientras una de ellas sonríe. Pero hoy no es su día, los buitres regresaran al zoo, donde un día mas tendrán que comer el pienso rancio con sabor a recorte de los últimos tiempos. Las cotorras se miran sonriendo, les ha hecho gracia la pirueta de nuestro amigo el felino, el amago de trompazo.
Nosotros nos miramos, el felino cayó casi en pie, y ruge mientras valora los daños. Pero no ha pasado nada, podemos proseguir la marcha con la certeza de que el felino ha puesto en la ruta ese toque técnico que algunos añoraban.
Como dice la canción, la suerte ayuda a los que quieren volar, y este felino, tuvo la voluntad de arriesgar, la sabiduria de saber caer, y la decisión de saber levantarse, al instante. Y estoy seguro que tiene las ganas de volver a intentarlo para mandar a los buitres otra vez, a su casa.
Y continuamos la ruta, pero por el Madrid Río, fotos y risas buscando el anillo verde a la altura del Doce de Octubre, donde nos cruzamos con una manifestación en contra de los recortes sanitarios. Y llega el momento de reponer fuerzas, y sacamos nuestros plátanos, y nuestros higos secos, para seguir el camino hacia Orcasur y Orcasitas. Y encaramos hacia la Av. de la Peseta, y el barrio de la Fortuna para llegar a Alcorcon y a las cervecitas de rigor.
Disfrutamos del domingo, del sol, de la casa de campo y de Madrid y como no de la compañía. Menos mal que salimos y obviamos las predicciones meteorológicas. Todo un acierto.
Nosotros nos miramos, el felino cayó casi en pie, y ruge mientras valora los daños. Pero no ha pasado nada, podemos proseguir la marcha con la certeza de que el felino ha puesto en la ruta ese toque técnico que algunos añoraban.
Como dice la canción, la suerte ayuda a los que quieren volar, y este felino, tuvo la voluntad de arriesgar, la sabiduria de saber caer, y la decisión de saber levantarse, al instante. Y estoy seguro que tiene las ganas de volver a intentarlo para mandar a los buitres otra vez, a su casa.
En Madrid Rio. |
Disfrutamos del domingo, del sol, de la casa de campo y de Madrid y como no de la compañía. Menos mal que salimos y obviamos las predicciones meteorológicas. Todo un acierto.