Desde que, allá por el 2015, leí la crónica del gran Timón, el gusanillo de hacer el Camino de Santiago en bici me rondaba por la cabeza. Unas veces por falta de tiempo, otras por falta de organización y otras por falta de ganas, por que no decirlo, la idea fue quedando en el armario.
Pero al final del verano pasado se volvió a activar la maquinaria, al escuchar a unos amigos hablar de su propósito de hacer el camino a pie en el próximo verano. Al día siguiente ya estaba planificando el asunto. No quería que cualquier excusa lo volviera a dejar en el baúl de los recuerdos.
La idea era hacerlo desde la tierra de mi mujer, en la Carballeda Zamorana, siguiendo el Camino Sanabrés o Mozárabe. Tenía claro que sería en bici, descansando en albergues y en una estación fresca. Primero lo preparé para el puente de Mayo, pero por problemas de agenda, hubo de adelantarse a Semana Santa. Ya tenía fechas; del 28 al31 de Marzo recorrería casi 300km en 4 etapas.
En los meses previos, fui preparando la logística, con ayuda de los Polvorancus peregrinos con experiencia en estas lides. Gracias a Timón y Alameda!
Ya con todo el material listo, las etapas planificadas, albergues localizados y algún que otro entrenamiento con los trastos de matar, llegó el momento de empezar la aventura. Después de uno de los años más secos que se recordaban, llegó un comienzo de año lluvioso y frio, que se estaba alargando al comienzo de la primavera. Seguro que me iba a encontrar agua, pero eso no me iba a echar a atrás. El reto estaba ahí para realizarlo, y si algo se me mete en la cabeza….
Dia 1, Comienza la aventura.
Después de varios días con los nervios en el estómago, ha llegado el día D. A las 8 de la mañana me pongo en marcha. El cielo amanece bastante despejado, pero la nieve en las montañas de alrededor aviva la sensación de frio que hay en el ambiente.
La etapa de hoy me va a llevar desde Espadañedo en Zamora, hasta la localidad de A Gudiña, ya en Galicia, después de subir dos puertos y recorrer 80km aproximadamente.
Los primeros kilómetros van pasando sin problemas. Carretera y paisajes conocidos, repletos de Robles y Castaños, aun sin hoja y de fondo las montañas nevadas.
Pasado Puebla de Sanabria, abandono la carretera y me meto por un camino pegado a un pequeño río. Empiezan las dificultades, las interminables lluvias pasadas afloran en la tierra y el camino discurre por infinidad de charcos. Afortunadamente el terreno es poco arcilloso y lo voy superando.
De vuelta a la carretera comienzo a subir el primer puerto , Padornelo, con casi 10 km. Me lo tomo con calma, a ritmo tranquilo por una carretera sin apenas trafico. Voy llegando al alto, y pasado un pequeño túnel, aguanieve, atrás quedó el sol de la mañana.
En bar del puerto hago una parada para tomar un café y poner el primer sello en la credencial.
Después de la rápida bajada, empieza el segundo puerto del día, La Canda. Son casi 6 por una carretera que se vuelve más pequeña y solitaria.
Una vez superado el puerto, bajada por camino arenoso con multitud de charcos y regueros. Voy con precaución de no resbalar con alguna piedra. No quiero acabar antes de tiempo.
Una vez terminado el descenso, vuelvo a la carretera tras pasar por varios pequeños pueblos.
El camino no tiene perdida. Ya en la provincia de Orense, se nota que estamos en tierra de peregrinos. Las flechas amarillas en cada esquina hacen fácil el paso de kilómetros, sin necesidad de mirar el gps.
Ya estoy cerca del final de la etapa, últimos 5 km y empieza a llover…. No es muy incómodo al principio, pero ya hay ganas de terminar.
82km y 7 horas y media después entro en A Gudiña y localizo el Albergue.
Por fin toca el descanso. Ducha reparadora, un paseo por el pueblo, cena y a dormir.
Dia 2, Esto no es un camino de rosas.
La primera noche no ha sido muy reparadora. Entre los ronquidos peregrinos, el hormigueo por todo el cuerpo por el contraste de temperatura con el frio de la ruta y unos ruidos extraños de vete tu a saber donde, poco he podido descansar.
Después de estar lloviendo casi toda la tarde anterior, el día ha amanecido nevando, pero no es cuestión de amilanarse. Como dice Chelero, a un Manchego no le paran cuatro gotas.
Al poco de salir, deja de nevar y empiezo a rodar por una altiplanicie bastante desolada. Pocos árboles en el horizonte, pero la imagen de grandiosidad es espectacular.
Ruedo por estrechas carreteras sin tráfico alguno, sin pasar por ningún pueblo, hasta que a lo lejos se ven un grupo de casas en lo alto de un cerro. De pronto escucho ladridos, y detrás de los ladridos, sus dueños, 3 perrazos con cara de pocos amigos. No puede ser, me digo, en un sitio con tanto tránsito de personas estarán atados… Pero cuando veo que se lanzan colina abajo, me doy cuenta de la realidad.
Pongo pies en polvorosa y me alejo hasta una parada de bus rural que me sirve de parapeto. Despues de mirar el gps en busca de caminos alternativos, la cruda realidad: hay que vérselas con los animalitos. No tengo otra alternativa.
Con más miedo que vergüenza, paso por una callejuela y al fondo me esperan mis amigos de 4 patas, que vuelven a ladrar. Al acercarme, decido poner voz de hombre y con un NO que retumba entre las casas de piedra, los canes me dejan pasar. Me siento como el encantador de perros…Dios que subidón de adrenalina.
Una vez salvado el pellejo continúo por el terreno estepario, con aguanieve de vez en cuando y bajando la temperatura.
Llego a Laza donde paro a tomar un Colacao caliente. Un aldeano me aconseja subir el siguiente puerto por carretera para evitar los caminos que se han puesto impracticables por las lluvias. Decido seguir sus consejos al pie de la letra. No es cuestión de añadir más penas a las que ya llevo en las alforjas.
Después de más de 7 km al 6% hago cima en el puerto de la Albergueria. Enfilo cuesta abajo y empieza a llover. Esa vez no es ligera la lluvia y me empiezo a empapar. Una nueva parada en Vilar de Barrio a reponer fuerzas y a terminar la jornada.
Salgo de la carretera y transito por pistas arenosas entre campos de cultivo. Los charcos se hacen infinitos. Paso una zona de 50 metros que es una piscina olímpica. ¿Alguien necesita más diversión?
La lluvia continua, y la pista se convierte en camino. Arena, piedras ,rastrojos… El paso se hace complicado, teniendo que ir a pie en varios tramos. No quiero caerme tan cerca de la llegada.
En lo alto de una colina, diviso el final de la etapa, pero hay que bajar una trialera de las que hacen afición. Por supuesto que lo hago a pié. Es mas, tengo mis dudas de que lo hubiera hecho montado en una ruta dominical.
Con el diluvio llego al albergue de Xunqueira de Ambía, aparco la bici y me doy una ducha, como diría mi hijo, ‘epica’.
Segunda etapa al morral. Hoy casi 73 kilometros y la mitad de la aventura superada.
Dia 3 , Señor ¿Por qué me has abandonado?
Tras otra noche de diluvio y recordando las palabras del paisano de protección Civil, ‘mañana dan nieve’, me dispongo a comenzar la 3ª etapa. Esta noche si he descansado, ya me voy acostumbrando a la casa ajena, y además he tenido el albergue para mí solo. Ronquidos cero.
Empieza la jornada con nubes y claros, en descenso hacia Orense. En un abrir y cerrar de ojos llego a la capital de provincia; de nuevo una ciudad. Ya le estaba cogiendo gusto a lo de ir por caminos desérticos y no cruzarme con nadie. Paro a desayunar y a coger provisiones. Aparece el sol, pero al cruzar el puente sobre el Río Miño, comienza el diluvio, otra vez.
A salir de Orense hay que subir una cuesta empedrada que se hace imposible de ciclar. 2 km al 11% son mucho para mi cuerpo de jota. Una vez superado, sigo por carretera. He decidido no pisar mucho camino para evitar males mayores. Hay demasiada agua y no quiero sorpresas.
Los paisajes son de cuento, todo verde, regueros de agua por todos lados, el olor de los eucaliptos, en fin, una maravilla.
Hago una escapada de mtb y paso por un camino idílico, con un puente de piedra decorado con musgo…precioso, ah! y al fondo se ve una pequeña cascada, que chulo.
Giro cerca de una pequeña casa y ahí está la cascada. La calle, o lo que era, es ahora el río. A duras penas consigo salir sin nadar, tras pasar unos 100 metros de aguas bravas que casi tocan las alforjas. Lástima no haber grabado un video, pero las autoridades desaconsejan los selfies cuando hay oleaje.
Vista la experiencia vuelvo a la carretera. Parada para calentar el gaznate y a seguir bajo la lluvia.
Cada vez hace más frío y me acerco al último escollo de la jornada. Hay que subir un pequeño alto, y empieza a nevar. Según avanzo va cuajando la nieve, que va cayendo cada vez con más fuerza, casi granizando. Cada vez que pasa algún coche me pone de agua-nieve hasta el cuello. Menos mal que no pasa el quitanieves.
En la parte de alta del puerto voy haciendo surco en la nieve, que espectáculo. En la bajada hecho mano de todo lo que me pueda proteger de las inclemencias, pero el mal ya está hecho. Además voy acogotado con miedo a pisar hielo y caer.
Estoy helado, calado hasta los huesos. Intento mover los dedos de las manos y los pies para que no se congelen. Cuando ya no puedo más, entro en Lalín y paro en una gasolinera. Necesito calor.
No siento las manos ni los pies. Cambio de guantes, porque están empapados y pese a que los he estrujado varias veces, ya dejaron de ser waterproof. De los pies, mejor no hablamos.
Cuando empiezo a pensar en seguir, la mejor noticia del día. Mi mujer y los niños que se desplazaban al final de etapa para hacer noche y acercarse a Santiago para traerme de regreso, aparecen en la gasolinera.
El frio físico continua, pero interiormente recupero 20 grados en un momento.
Con las fuerzas renovadas, me enfrento a los últimos 15km. Parece que ya está allí, al fondo de la carretera, pero se hace eterno. El cuerpo entumecido, las manos y los pies helados y para más inri, viento de cara!
Por fin, el cartel de entrada en Silleda, la meta. No puedo más y el ultimo kilometro lo hago llorando como un chaval. El sufrimiento ha sido enorme, 92 km y casi 12 horas despues de la salida, termino la ruta más dura de mi vida. Lo he conseguido. Con un par!
Dia 4 , Caminante no hay camino…
El sufrimiento del día anterior ha merecido la pena, por la noche posterior.
En un Hostal, con la familia y para recuperarse del frio nada mejor que el calor de pecho ajeno…la Gloria. Despierto más tranquilo, solo quedan 40 km y habré conseguido el reto.
Pedaleo alegre, por buena carretera, aunque sin dejar los sube y bajas. Que tierra esta, ni un kilómetro plano…
Desayuno a medio camino y me lanzo a por los últimos 20 km. Sin más sobresaltos que el cansancio y un par de subidas de regalo entro en Santiago.
Después de callejear unos minutos, entro en la Plaza del Obradoiro, como mandan los cánones. Ha salido el sol, y en la plaza multitud de peregrinos y turistas deambulan de un lado a otro. La verdad es que me impresiona menos de los esperado. Quiza por ya conocerlo y los andamios que decoran la fachada de la catedral, se me hace menos espectacular, pero cuando me abro paso entre la multitud y escucho los aplausos y los gritos de mis peques y mi santa, es el momento más espectacular de mi vida.
Lo conseguí, he llegado, sano y salvo. El santo ha hecho de Àngel de la guarda y no he tenido ningún percance.
Después de conseguir la Compostela y hacer la visita de rigor a la Catedral, recojo los bártulos y camino de vuelta, recordando los días pasados, los paisajes, los sufrimientos, pero lo más importante, la satisfacción por haber terminado lo que me propuse.
Como reto deportivo, una gozada. Recorridos espectaculares, esfuerzos, dureza, diversión.
En el aspecto personal, tanto tiempo en solitario te hace pensar, reflexionar sobre lo divino y lo humano, y echar de menos lo que tienes y que no valoramos lo suficiente. Esa cama caliente, el cómodo sofá del salón, los gritos de los niños corriendo por casa, la conversación con tu pareja, y todo eso que teniendo día a día, no nos parece tan importante.
A mi por lo menos, me ha reafirmado en la fortuna que tengo por no faltarme nada de lo dicho, soy millonario en ese aspecto. Religiosamente, ahí cada uno decide, por mi parte, si hay alguien o algo por ahí, solo agradecerle poder haber disfrutado del Camino.
Y por último, agradecer a todos los que me han animado a embarcarme en esta ‘locura’, y sobre todo a Lorena, mi mujer, por su compresión y apoyo antes de empezar y durante la ruta. Muchas Gracias mi niña!
Animaros e intentad hacer el Camino alguna vez en la vida. Os gustará, porque como decía el poeta ‘caminante no hay camino, se hace camino al andar’.
By Towers.