En su continua lucha del homo polvorancus contra las "perdiciones meteorológicas", esta semana aceptan el órdago y se presentan 6 bikers en el punto g a las 8:45 h para plantar cara a la lluvia y al viento fresco que Maldonado y compañía anunciaban para el domingo.
No sabemos si consciente o inconscientemente acuden a la cita Gigi, Gdmone, Sergio:), Dani y Blogger bien pertrechados y dispuestos a afrontar las inclemencias anunciadas. Se incorpora a filas esta semana Miguel Timón, un extremeño mas (y ya son unos pocos) vecino de Alcorcón que se suma a la convocatoria para comprobar en primera persona si son ciertas todas esas leyendas que cuentan sobre los homo polvorancus. Para empezar, le damos la bienvenida y le hacemos los homenajes pertinentes (con gogós y confeti, como marcan los canones).
Lo celebramos de inicio con una mañana que despierta contra todo pronostico con una tímida niebla, que, como bien apunta Sergio:), con las nubes bajas, imposible que corra el viento (que ya es importante) además es imposible que llueva. Con estos argumentos tira por tierra las previsiones de los entendidos adivinos meteorologos. Con este panorama los gorilas se van abriendo paso entre la niebla y abandonan Alcorcón para dirigirse a la Casa de Campo, lugar de refugio natural de los homo polvorancus.
El firme está por tramos resbaladizo, durante la semana llovió abundantemente, y el trazado discurre por terreno que se nota blando, la rueda se hunde, aunque el barro es mas que llevadero.
El rumbo estaba claro, Gigi propuso la casa de campo y allí que nos presentamos, pero el recorrido una vez allí no estaba definido. Gdmone asumió con humildad la potestad de dirigir la expedición y se adentra por el pulmón de Madrid con curiosidad para descubrir nuevos rincones.
Y todos tiramos detrás de la liebre, que lucia este fin de semana una especie de chubasquero mandil fosforito muy recomendable para días como este, él toma pista y todos detrás para bordear el cerro del espinillo.
Tras perdernos por varios senderos, y siempre subiendo, dejamos atrás el cerro garabitas para rodar esta vez para abajo por una senda con curvas peraltadas que hace las delicias de los polvorancus, aunque el barro no deja ir demasiado deprisa.
Tras una breve parada para reagruparnos, cambiamos el sentido de la ruta, volvemos a tomar rumbo al sur-este, una tuberia nos guia por una senda que nos lleva al cerro Morán al final y tras una subida imposible: allí es donde celebramos el momento plátano. La niebla, el verde del suelo y la humedad nos brindan una estampa otoñal deslumbrante.
Nos disponemos a volver a casa, ya toca bajar hasta la ciudad de la imagen y subir la famosa cuesta de la risa, esta vez sin viento en contra.
Al final sacamos de donde no había, una excelente mañana, todo salió bien, el ambiente, la compañía, la temperatura, y para broche final, volver al extremeño a conocer los nuevos moradores y disfrutar de sus cervezas y sus pinchos. Como siempre, una excelente manera de invertir el domingo por la mañana, deporte, naturaleza, buen rollo, ahora toca esperar a la siguiente. Todo ello trascurre al mismo tiempo que unos cafres a muy pocos kilometros se citaron para darse de ostias en el Madrid Rio. En fin, como diría el amigo Maverick, una pena.....
Nos vemos en la próxima.
By blogger.
Texto blogger.
Fotografia M.Timon & blogger.
El rumbo estaba claro, Gigi propuso la casa de campo y allí que nos presentamos, pero el recorrido una vez allí no estaba definido. Gdmone asumió con humildad la potestad de dirigir la expedición y se adentra por el pulmón de Madrid con curiosidad para descubrir nuevos rincones.
Y todos tiramos detrás de la liebre, que lucia este fin de semana una especie de chubasquero mandil fosforito muy recomendable para días como este, él toma pista y todos detrás para bordear el cerro del espinillo.
Tras perdernos por varios senderos, y siempre subiendo, dejamos atrás el cerro garabitas para rodar esta vez para abajo por una senda con curvas peraltadas que hace las delicias de los polvorancus, aunque el barro no deja ir demasiado deprisa.
Tras una breve parada para reagruparnos, cambiamos el sentido de la ruta, volvemos a tomar rumbo al sur-este, una tuberia nos guia por una senda que nos lleva al cerro Morán al final y tras una subida imposible: allí es donde celebramos el momento plátano. La niebla, el verde del suelo y la humedad nos brindan una estampa otoñal deslumbrante.
Al final sacamos de donde no había, una excelente mañana, todo salió bien, el ambiente, la compañía, la temperatura, y para broche final, volver al extremeño a conocer los nuevos moradores y disfrutar de sus cervezas y sus pinchos. Como siempre, una excelente manera de invertir el domingo por la mañana, deporte, naturaleza, buen rollo, ahora toca esperar a la siguiente. Todo ello trascurre al mismo tiempo que unos cafres a muy pocos kilometros se citaron para darse de ostias en el Madrid Rio. En fin, como diría el amigo Maverick, una pena.....
Nos vemos en la próxima.
By blogger.
Texto blogger.
Fotografia M.Timon & blogger.
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