martes, 19 de diciembre de 2017

VI RUTA DEL BOCATA DE CALAMARES.

Una señal inequívoca de que se acaba el año es, que el homo polvorancus, animal de costumbres, se reúne en manada, y pone rumbo al centro de Madrid, cámara en ristre, a degustar de uno de sus platos navideños preferidos, un manjar que no le gusta perderse, la Ruta del Bocata de Calamares. 



Pues si, es ya tradición  entre sus congéneres el darse cita al final de cada año, para poner los cuentakilómetros a cero, resetear el sistema y dejarlo listo para la siguiente temporada.  El rito es sencillo, para poner a cero el kilómetros, nada mejor que ir al kilómetro cero de Sol, comerse un bocata de calamares y tentar a la diosa fortuna comprando un décimo de lotería a ser posible, con premio económico incluido. Esto ultimo no lo consiguió a la primera, ni a la tercera, ni siquiera a la quinta, pero el homo polvorancus, bicho tenaz y constante donde los haya, lo intenta esta vez por sexta ocasión,  sin variar la ruta, mismo método, a pesar de los escasos resultados de anteriores ediciones, tan solo le mete mas ilusión, pensando que ese es el secreto del éxito. 



Para tal tarea es crucial ponerse de acuerdo para acudir muchos a la ceremonia, en cada edición va superando el numero de miembros y miembras que dejan de lado la pereza y se suben en la bici rumbo a la puerta del Sol; está convencido de que se trata de tarea de muchos, pues la fortuna justa debe ser repartida, para no ser considerada avaricia. 



Este año eran muchos, se llegaron a contar 35,  los adelantados empaparon un churro en chocolate previo al viaje, ya no por fortuna, si no por el calor que brinda el brebaje, ayuda a hacer el trayecto mas llevadero,  y así todos, una vez reunidos en el punto G,  abandonaron el calorcito de Alcorcón para partir en busca de aquel número que cambie el futuro, y les allane el camino. 



Pero ellos ya son conocedores de su gran fortuna, pues tener salud y poder asistir a la cita, ya en si, es buenaventura, pues sin salud no hay nada, el dinero no puede comprar lo incomprable, y no es felicidad ser rico ni ser pobre, pues sin amigos y salud no hay felicidad que exista, ni dinero que lo compre. Es digna aspiración, entonces, querer dinero sin perder de camino la salud, y los amigos. 



Y son conscientes de ello, pues solo la ilusión, la salud, y un trayecto sencillo en bicicleta da para el disfrute de una mañana de domingo cinco estrellas,  con  amigos que en ocasiones se acaban de conocer, y en otros casos disfrutan de amistad de años atrás, y eso si que vale, y es un premio en si: los que somos mayores  lo sabemos y lo disfrutamos, a pesar del frio que ronda la pista: el calor del buen ambiente compensa con creces los cero grados de la mañana. 



Pedaleo de charleta, puesta al dia de chismes y noticias  y casi sin darnos cuenta, nos encontramos en el Templo de Debod, dos turistas nos ayudan a inmortalizar el momento; primero una japonesa. 


Y despues una hispana.





Bajamos las escaleras del Cuartel de la Montaña, y nos vamos por la Calle Bailen a buscar la fachada del palacio real, frente a la  Catedral de la Almudena, disfrutamos del siguiente momento foto, esta vez no hizo falta pedir ayuda a nadie, una turista se ofreció al ver el panorama, aquello había que fotografiarlo: el ambiente no se puede mejorar. 




En este punto lo tenemos claro, con el amor en casa, la salud en los pedales, y la amistad a borbotones, llega el momento del dinero, y en la próxima hora nos jugamos la parte económica del asunto, en grupo tomamos la calle mayor para hacer nuestra inversión, todo o nada,  los negocios son los negocios. Tras una larga tensión, decidimos jugarnos todo al …...





Después de tanta tensión, y eso que cuadraron los números desde el primer momento (tomen nota los políticos), nos fuimos a celebrarlo degustando unos crujientes de anilla de calamar, sobre cama y cubierta de harina fermentada y horneada; lo que antes se llamaba bocata de calamares, vaya. No faltó el lúpulo y la malta, espumosa, eso si, en lata, la colección de bicis y los gritos navideños: se nota, se siente, somos millonetis!!.



Con tanta fortuna, pues no se puede pedir mucho mas a una mañana de domingo, nos dimos un paseo triunfador por la puerta del Sol, la carrera de San Jerónimo, y la Gran Via.  El mundo a los pies del homo polvorancus, nos sentimos el centro de todas las miradas, no sabemos si es por nuestro nuevo status economico, o por los gritos que hacemos gala.



El viaje de regreso se hace mas llevadero a ser conscientes de nuestra nueva realidad, el dinero cambia todo, ya no es lo mismo, la cuesta de la risa es mucho mas llevadera cuando sientes que tu cuenta corriente no siente ni padece en los finales de mes.


Y llega la hora en la que el homo polvorancus siente el cariño que recibe desde casa, y la estrechez del bonobici, ni con dinero se puede llegar tarde y como alma que lleva el diablo, esprinta en haras a mantener la salud (los rigores del rodillo duelen) y sobretodo el amor (si no tengo amor no tengo nada, que dijo San Pablo).



Nos  reagrupamos la ultima vez en los confines de la cuesta de la risa, a los pies del árbol que marca el final de la penuria de tan ingrata pista, desde allí presas del pánico la manada se deshizo para dar por concluida esta edición de la ruta que tanto significa para el grupo.



Por delante nos quedan otros 365 días para sumar kilómetros, rodar, subir y bajar, y disfrutar de la bici, los amigos y el aire libre, nuevos retos y nuevas ilusiones. El grupo está vivo, muy vivo, creciendo gracias a la colaboración de todos, lo que nos garantiza una séptima ruta de los calamares el año que viene, y eso es ya un gran premio y una excelente noticia. 

Como diria Lina Morgan “GRACIAS POR VENIR”.


Y aquí de muestra el video de Jolu...





Y puedes ver todas las fotos en el fotomontaje de maese Sali click aqui



Nos vemos en la próxima. 

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jueves, 30 de noviembre de 2017

TOLETUM 3.0

5.30h, suena el despertador y con el atontamiento de la pronta hora el Homo Polvorancus se pone en pie, preguntándose ¿no hay nada mejor que enfundarse la lycra y salir a probar el frio mañanero en este domingo de Otoño?


La verdad es que hay muchas cosas que hacer, desde dormitar hasta la hora de comer, volver de jarana con 3 digestivos de mas, incluso cumplir con el/la cónyuge si es menester.
Pero para el homínido de la ribera del Guadarrama, esas son ‘cosas veredes’, y no hay como apretarse más de 80km camino de Toledo para disfrutar de la bici.


A las 6.45h salimos del Punto G los 14 afortunados que deciden tirarse al campo y probar con la tercera versión de la ruta que conecta la Costa Marrón con la Ciudad imperial.
Después de cruzar Alcorcón cubiertos por las luces urbanas, salimos a campo abierto y los focos empiezan a brillar. Alguno se queda sin batería a las primeras de cambio, pero la procesión de luciérnagas nos permite rodar sin contratiempos. Visto de lejos parece la Santa Compaña por esos caminos de Dios.


Según avanza la mañana, el frio aumenta y la clásica bajada por el Monte de Batres nos despierta del todo, por si alguno seguía bostezando.
Se escuchan quejas, rechinan los dientes, tirita el cuerpo….nada fuera de lo corriente en la temporada otoño-invierno.


Una vez en la ribera del Guadarrama, seguimos a buen ritmo y sin incidentes que reseñar. 
Hasta que aparecen los 2 charcos perennes que no se sabe de dónde sacan el agua en este año de sequía. Algunos por ‘listos’, otros por precavidos y otros por inestables, ponemos los pinrreles en remojo, cual garbanzos. Macksa maldice y tuerce el gesto al sentir la humedad en sus delicados pies.
El sol empieza a calentar, o no, cuando decidimos parar a tomar un café que caliente el buche y secamanos que sequen calcetines. Poco falto para comprar unos secos en los puestos de un mercadillo que nos cruzamos.


EL cuerpo se calienta, pero al salir de nuevo a la calle donde espera Chelero, que vigila el parque móvil, se produce el efecto rebote, el frio vuelve.
Los kilómetros van cayendo sin descanso, y con el sol brillando, las capas cebolleras empiezan a sobrar. Algunos aligeran los ropajes para no acabar cocidos entre lycras, camisetas, bufandas y vete a saber, si algunos calzones largos…


Tras cruzar de orilla el Guadarrama y salir indemnes de los tiros de los cazadores que buscan sus trofeos, llegamos a Bargas, los únicos kilómetros de ascenso de la ruta.
Una vez superados, paramos a degustar nuestros almuerzos, barritas, caseras y menos, dátiles, bocatas,…. No falta de nada.


Ya asoman las vistas de Toledo al fondo, tras una rápida bajada, entramos en la otrora capital de Reino y buscamos el Camino Natural del Tajo.
Tranquilamente lo recorremos, con sus fotos de rigor y como último picante del día subimos la rampa del mirador, donde no hacemos las fotos grupales.


Ya está hecho, poco más de 80km a la buchaca, a buen ritmo y sin contratiempos, nos dan tiempo para tomar un refrigerio, darle a la húmeda y volver al punto de encuentro para hacer el Tetris de bicis en la bodega del autobús que nos llevara de vuelta a casa.



Antxoa,Chelero, Davidb, Julian,Lreal,Luigi,Lupero,Macksa,Paco,Pmf1208,Sali, Timon,Torrejota,Towers hemos completado la Toletum 3.0 , ya falta menos para la cuarta edición.



Lo dicho, una perfecta mañana de Domingo, fría de comienzo, pero perfecta hasta el final.
Hasta la próxima.


By Towers.





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jueves, 9 de noviembre de 2017

EL MENÚ PARA EL DOMINGO.





Cada cita semanal tiene un punto diferente, la bicicleta de montaña, como la cocina, ofrece muchas posibilidades y se adapta a todo tipo de paladares. Os vamos a dar la receta que optamos para el menú del pasado domingo. Para este guiso necesitamos los siguientes ingredientes:

Un punto de inicio.
Un arcoiris.
Un plato grande.
Una pista parriba.
Una pista pabajo.
Unas bellas vistas.
Unas zetas.
Un poco de niebla.
Viento del norte.
Platanos, higos, “barritas apretas”
Unas cuantas vacas.
Una foto monumental.
Un rodillo para amasar pizzas.
Un atajo.
Cinco bikers.
Un punto final.

Para empezar, tomamos el punto de inicio, un parking amplio, en este caso elegimos el parking 1 de la Jarosa, un lugar amplio y bien comunicado para que en poco mas de 30 minutos desde casa acceder y además ofrece multiples posibilidades para la practica de deportes al aire libre, en este caso, el mountainbike. Y damos cita a cinco bikers, no importa la edad, ni muy mayores ni muy jovenes, en edad de procrear a ser posible (no imprescindible). Una vez que tenemos los bikers y el lugar, adornamos con un arco iris, un elemento natural que da un toque mas espiritual a la aventura.



Y tomamos la pista parriba, y la cocinamos, a fuego lento, pasito a pasito, sin que se pase la vamos subiendo, tomamos altura,  un poco de húmedad va bien,  la inclinación justa para poder hablar, pero no mucho, la fuerza de la gravedad se tiene que notar, pero no demasiado, si se puede hablar, pues mejor.



Llegados a este punto, lo habitual es tirar de plato pequeño, aunque va sobre gustos,  pero en la receta de esta semana, abrimos la posibilidad a otros paladares mas exigentes, y se puede hacer la ruta  en plato grande, propuesta de Lupero, que se presenta  con un solo plato, y de  los grandes, un 34 para subirse los  mas de 1.000 metros de desnivel acumulado del guiso,  esta opción solo se presenta como conveniente si cumples dos condiciones: una, si eres experto cocinero con cinco estrellas michelin o mas, y segunda, que lleves tres meses sin montar, y tengas un mono de la leche y no puedas esperar una semana mas sin subir a la sierra esperando el plato pequeño. Lupero cumple las dos. No obstante esta opción es voluntaria, si tienes dos platos y ves que no puedes, puedes utilizar el plato mas pequeño, y no pasa naaaa!!!





Seguimos a fuego lento y según vamos subiendo añadimos  las bellas vistas, si son sobre un pantano o un monumento mejor, en este caso optamos por unas preciosas vistas sobre el embalse de la Jarosa, y el valle de cuelgamuros. Una pizca de niebla no viene mal, la humedad retiene nubes en la cumbre y dan un toque místico y misterioso al momento. No pasarse con la niebla, porque puede no dejar ver  el paisaje.


Probamos el punto de sal, y añadimos si hace falta para corregir el sabor, el sudor empaña las gafas,  el fuego lento de subida atempera al biker que tiene sensaciones confortables a pesar de estar en medio de una nube.  Hemos llegado al Collado de la Mina. Nosotros nos pasamos con la niebla y en este punto no pudimos hacer fotos.




Por fin llega el momento de añadir  una pista para abajo, el vaho de las gafas desaparece, y descendemos 300 metros sin darnos cuenta, este ingrediente sabe a poco, se esfuma el desnivel en un santiamen, de reojo Torrejota ve los senderos pero no nos salimos de la pista.



 Vamos a darnos otra oportunidad y volvemos a añadir una pista parriba, mas suave que la anterior, no hay fuego tan lento, hemos dejado la niebla en las alturas ahora el sol calienta.



Tomamos ahora el viento, y lo ponemos, del norte si es posible, esto hace que el biker, que se encuentra distraido con el paisaje y las vacas comience a pasar frio, y aunque lleva previsto subir al monte Abantos, el viento abulense le desanima. Volvemos a tomar una pista para abajo buscando refugio, casi con urgencia.



Elegimos un bello rincón para efectuar el refrigerio, reponer fuerzas y recuperar el punto de calor perdido. Necesitamos un platano, unos higos, y unas barritas apretas (las barritas 3.0 del futuro son planas, como los tallarines, según predice Towers, gurú de la materia).



Es el momento de darle un toque crujiente a la receta, para ello elegimos unas zetas, diez y seis en concreto, zig zag de bajada con raíces para no olvidarnos de nuestra también condición de bikers de camino estrecho. Al final nos esperan un grupo de vacas que pastan tranquilamente a nuestro paso; el momento vacuno no puede faltar en un guiso que se precie.




Hubo un despiste y nos salimos del track, acabando en la explanada del Monasterio del Escorial, aunque no estaba previsto, una foto monumental emplata bien y luce frente a los comensales. 





Y llega el momento mas critico de la receta, es cuando hace acto de presencia el rodillo de amasar pizza, ese utensilio opresor del hetero-matriarcado que ajusta el bono bici, y que en ocasiones se utiliza como herramienta motivadora para alcanzar grandes retos, pero que utilizado en exceso puede llegar a poner en riesgo la vida del biker. Gracias al rodillo de amasar pizza alcanzamos los picos de velocidad por la carretera que une el Escorial y Guadarrama saltandonos el track que esquivaba el pisar  el asfalto.



Cuando el biker está apunto de la deconstrucción, pues el ritmo impuesto por la cabeza del grupo es infernal aparece el ultimo ingrediente de la receta que es "un atajo". 





En este momento  ponemos el atajo, a fuego alto, con un poco de queso y calentamos hasta fundir al biker que si no tuvo bastante con el desnivel, y con el ritmo alto de la carretera, el atajo empinao parriba lo deja casi casi decostruido en su totalidad. A duras penas llega al punto final.





En el punto final nos reagrupamos Torrejota, Towers, Lupero, Chelero y Blogger para recomponernos de esta ruta pistera casi en su totalidad, rodar y ver, subir y bajar a buen ritmo y siempre en la mejor compañia, sin duda el mejor ingrediente es  la amistad que nos une tantos años, y tanto kilometros recorridos juntos; lujazo de cinco estrellas michelin...o mas...

Dedicada a la muchacha del Chelero!!!!

Palabra de Polvorancus.


Nos vemos en la proxima.


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jueves, 26 de octubre de 2017

DOS TORRES Y UN BLOGUERO

A la hora en la que aparecen los primeros rayos de sol por el  este de Hoyo de Manzanares, nos dimos cita los tres polvorancus que esta semana se aventuran en busca de nuevos terrenos en aras a explorar la cuenca alta de uno de los principales ríos de la comunidad de Madrid, el Manzanares.



Asi pues, en una de las bellas plazas de Hoyo de Manzanares, esta semana nos ponemos en marcha las dos torres del grupo, Torrejota, Towers, y el bloguero  que os escribe. Seguimos en esta ocasión un track del maestro wikiloco Nano Flojo, nos hemos acostumbrado a su sello calidad y no queremos arriesgarnos, y seguimos sus pasos.



El recorrido trascurre por toda la zona sur  de la sierra de Hoyo, un perfil de continuo sube y baja, con senderos y caminos abiertos por roderas y surcos del agua, y repleto de granito, en ocasiones en grandes losas, y piedras.

Fue salir de Hoyo y adentrarnos en el Monte Ejido y empezar a gozar de la bondades del descenso   con una pista disfrutona, se alternan encinas y jara, mucha jara que perfuma todo el recorrido con generosidad.



Un tramo de carretera de unos 100 m detiene el pábajo, pero que pronto revive de nuevo por una zona que llaman el prado de las monjas,  a nuestro paso sin novicias y que en lugar de dulces y galletas  se nos obsequia con una trialera y un sendero endiablado; le llaman la trialera de Valgrande. La cosa se pone bien. 



Seguimos bajando,  seguimos disfrutando, llegamos a una zona que llaman Cantocohino.  rodamos por un perfil de continuo sube y baja suave que calienta las piernas pero sin quemar, pábajos interruptus que sacia sin empalagar.



Llegamos a las inmediaciones del Canto del Pico, coronado por una construcción desde donde al parecer los prismáticos de Franco alcanzaban a ver sierra y monte del Pardo. No podemos acceder por ser zona vetada a ciclistas, no por razones políticas, sino razones ecológicas, es zona protegida, y en recuperación,  unos grandes carteles nos advierten de que aquel que ose a saltarse la norma,  será sometido a los rigores del  articulo 155. No nos arriesgamos, pues en el supuesto caso de que estos tres polvorancus, fueran recluidos en Soto de Real,  no confiamos en que nadie se manifieste a nuestro favor, ni nos presten dinero ni avales para fianzas, y entre  nuestras amistades no hay cargos con  capacidades para la gestion de  indultos; así que optamos por improvisar,  encomendamos la misión al maestro Towers que tiene a bien sacarnos de aquel entuerto.



Pero nos saca por un parriba, empinado, Torrejota, sabe que puede, pone empeño, clava la vista en la senda y  la sube como un lobo, cada pedalada araña el firme y gana la partida al desnivel que no es incoveniente: pronto retomamos el track y divisamos la nueva bajada, otro premio de este domingo soleado. La jara  tiene olor cada vez mas intenso, los pulmones estan abiertos de par en par, y la temperatura es ideal para el disfrute de las dos ruedas.



Llega el momento del avituallamiento, atravesamos una zona conocida en anteriores andanzas, una gran cantera de granito nos trae a la mente aquellos momentos,  recordamos a un Jarkonen saltando entre los bloques y nos decidimos hacer la parada para hacer reposición de liquidos y solidos.




 El lugar escogido al lado de una especie de cabaña que nos sirve para inmortalizar el momento para el recuerdo futuro. La foto grupal de esta semana, multitudinaria, pues ya se sabe que dos son compañía y tres son multitud. Las dos torres y el bloguero posamos de esta guisa para que conste así para las generaciones futuras. 



Reanudamos la marcha, ante la confianza de que si hasta aquí hemos rodado de lujo, y vamos muy bien de tiempo, la jornada parece apuntar a cierre con birra, algo poco habitual en las escapadas serranas del grupo, pero pronto el desnivel y el cansancio fue bajando la media de velocidad.



El camino de la Navata nos termina poniendo los pies en el suelo, una pista larga con una inclinación mas que moderada pone los puntos sobre las ies, las fuerzas van mas justas para terminar.  Nos queda atravesar un pinar, refrescado por las lluvias recientes  que pone un punto aromatico muy recomendable al guiso despues de tanta jara. Pino serrano. 



De repente la vegetación se abre, desaparece el pino y nos vemos en las inmediaciones de dos grandes cerros, Cerro Lechuza y Cerro del Covacho. El paisaje granitico nos lleva a un rincón en el que nos lo imaginamos con la naturaleza trabajando al 100% con arroyos y cascadas y chorros, que en estos momentos por la sequía no podemos ver en directo, habrá que venir cuando las precipitaciones hagan presencia en el lugar.



Para ver aquel espectaculo el track no puede evitar dos tramos pedroleros con tramos imposibles de ciclar incluso para el  mismisimo Jarkonen, y no tenemos mas remedio que tirar de empujembike para salvarlos.  Torrejota se atreve a bajarlos, pues subirlos es misión imposible y nos regala la foto de la jornada.





Un largo descenso nos lleva de nuevo a Hoyo de Manzanares, y al punto de origen.  




Al final fueron cuatro horas de recorrido por una ruta repleta de recovecos por donde meter la bici, con pistas, caminos trialeros y senderos , exigentes y explosivos  salpicados de obstaculos que requieren equilibrio y reflejos,  pero con opciones para no detener la marcha, destreza y fuerza que poco a poco vamos tomando en estas rutas, a la par que seguimos descubriendo nuevos rincones naturales a tan solo unos pocos minutos de casa.

Palabra de Polvorancus.


Nos vemos en la próxima. 


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