jueves, 30 de noviembre de 2017

TOLETUM 3.0

5.30h, suena el despertador y con el atontamiento de la pronta hora el Homo Polvorancus se pone en pie, preguntándose ¿no hay nada mejor que enfundarse la lycra y salir a probar el frio mañanero en este domingo de Otoño?


La verdad es que hay muchas cosas que hacer, desde dormitar hasta la hora de comer, volver de jarana con 3 digestivos de mas, incluso cumplir con el/la cónyuge si es menester.
Pero para el homínido de la ribera del Guadarrama, esas son ‘cosas veredes’, y no hay como apretarse más de 80km camino de Toledo para disfrutar de la bici.


A las 6.45h salimos del Punto G los 14 afortunados que deciden tirarse al campo y probar con la tercera versión de la ruta que conecta la Costa Marrón con la Ciudad imperial.
Después de cruzar Alcorcón cubiertos por las luces urbanas, salimos a campo abierto y los focos empiezan a brillar. Alguno se queda sin batería a las primeras de cambio, pero la procesión de luciérnagas nos permite rodar sin contratiempos. Visto de lejos parece la Santa Compaña por esos caminos de Dios.


Según avanza la mañana, el frio aumenta y la clásica bajada por el Monte de Batres nos despierta del todo, por si alguno seguía bostezando.
Se escuchan quejas, rechinan los dientes, tirita el cuerpo….nada fuera de lo corriente en la temporada otoño-invierno.


Una vez en la ribera del Guadarrama, seguimos a buen ritmo y sin incidentes que reseñar. 
Hasta que aparecen los 2 charcos perennes que no se sabe de dónde sacan el agua en este año de sequía. Algunos por ‘listos’, otros por precavidos y otros por inestables, ponemos los pinrreles en remojo, cual garbanzos. Macksa maldice y tuerce el gesto al sentir la humedad en sus delicados pies.
El sol empieza a calentar, o no, cuando decidimos parar a tomar un café que caliente el buche y secamanos que sequen calcetines. Poco falto para comprar unos secos en los puestos de un mercadillo que nos cruzamos.


EL cuerpo se calienta, pero al salir de nuevo a la calle donde espera Chelero, que vigila el parque móvil, se produce el efecto rebote, el frio vuelve.
Los kilómetros van cayendo sin descanso, y con el sol brillando, las capas cebolleras empiezan a sobrar. Algunos aligeran los ropajes para no acabar cocidos entre lycras, camisetas, bufandas y vete a saber, si algunos calzones largos…


Tras cruzar de orilla el Guadarrama y salir indemnes de los tiros de los cazadores que buscan sus trofeos, llegamos a Bargas, los únicos kilómetros de ascenso de la ruta.
Una vez superados, paramos a degustar nuestros almuerzos, barritas, caseras y menos, dátiles, bocatas,…. No falta de nada.


Ya asoman las vistas de Toledo al fondo, tras una rápida bajada, entramos en la otrora capital de Reino y buscamos el Camino Natural del Tajo.
Tranquilamente lo recorremos, con sus fotos de rigor y como último picante del día subimos la rampa del mirador, donde no hacemos las fotos grupales.


Ya está hecho, poco más de 80km a la buchaca, a buen ritmo y sin contratiempos, nos dan tiempo para tomar un refrigerio, darle a la húmeda y volver al punto de encuentro para hacer el Tetris de bicis en la bodega del autobús que nos llevara de vuelta a casa.



Antxoa,Chelero, Davidb, Julian,Lreal,Luigi,Lupero,Macksa,Paco,Pmf1208,Sali, Timon,Torrejota,Towers hemos completado la Toletum 3.0 , ya falta menos para la cuarta edición.



Lo dicho, una perfecta mañana de Domingo, fría de comienzo, pero perfecta hasta el final.
Hasta la próxima.


By Towers.





Powered by Wikiloc

jueves, 9 de noviembre de 2017

EL MENÚ PARA EL DOMINGO.





Cada cita semanal tiene un punto diferente, la bicicleta de montaña, como la cocina, ofrece muchas posibilidades y se adapta a todo tipo de paladares. Os vamos a dar la receta que optamos para el menú del pasado domingo. Para este guiso necesitamos los siguientes ingredientes:

Un punto de inicio.
Un arcoiris.
Un plato grande.
Una pista parriba.
Una pista pabajo.
Unas bellas vistas.
Unas zetas.
Un poco de niebla.
Viento del norte.
Platanos, higos, “barritas apretas”
Unas cuantas vacas.
Una foto monumental.
Un rodillo para amasar pizzas.
Un atajo.
Cinco bikers.
Un punto final.

Para empezar, tomamos el punto de inicio, un parking amplio, en este caso elegimos el parking 1 de la Jarosa, un lugar amplio y bien comunicado para que en poco mas de 30 minutos desde casa acceder y además ofrece multiples posibilidades para la practica de deportes al aire libre, en este caso, el mountainbike. Y damos cita a cinco bikers, no importa la edad, ni muy mayores ni muy jovenes, en edad de procrear a ser posible (no imprescindible). Una vez que tenemos los bikers y el lugar, adornamos con un arco iris, un elemento natural que da un toque mas espiritual a la aventura.



Y tomamos la pista parriba, y la cocinamos, a fuego lento, pasito a pasito, sin que se pase la vamos subiendo, tomamos altura,  un poco de húmedad va bien,  la inclinación justa para poder hablar, pero no mucho, la fuerza de la gravedad se tiene que notar, pero no demasiado, si se puede hablar, pues mejor.



Llegados a este punto, lo habitual es tirar de plato pequeño, aunque va sobre gustos,  pero en la receta de esta semana, abrimos la posibilidad a otros paladares mas exigentes, y se puede hacer la ruta  en plato grande, propuesta de Lupero, que se presenta  con un solo plato, y de  los grandes, un 34 para subirse los  mas de 1.000 metros de desnivel acumulado del guiso,  esta opción solo se presenta como conveniente si cumples dos condiciones: una, si eres experto cocinero con cinco estrellas michelin o mas, y segunda, que lleves tres meses sin montar, y tengas un mono de la leche y no puedas esperar una semana mas sin subir a la sierra esperando el plato pequeño. Lupero cumple las dos. No obstante esta opción es voluntaria, si tienes dos platos y ves que no puedes, puedes utilizar el plato mas pequeño, y no pasa naaaa!!!





Seguimos a fuego lento y según vamos subiendo añadimos  las bellas vistas, si son sobre un pantano o un monumento mejor, en este caso optamos por unas preciosas vistas sobre el embalse de la Jarosa, y el valle de cuelgamuros. Una pizca de niebla no viene mal, la humedad retiene nubes en la cumbre y dan un toque místico y misterioso al momento. No pasarse con la niebla, porque puede no dejar ver  el paisaje.


Probamos el punto de sal, y añadimos si hace falta para corregir el sabor, el sudor empaña las gafas,  el fuego lento de subida atempera al biker que tiene sensaciones confortables a pesar de estar en medio de una nube.  Hemos llegado al Collado de la Mina. Nosotros nos pasamos con la niebla y en este punto no pudimos hacer fotos.




Por fin llega el momento de añadir  una pista para abajo, el vaho de las gafas desaparece, y descendemos 300 metros sin darnos cuenta, este ingrediente sabe a poco, se esfuma el desnivel en un santiamen, de reojo Torrejota ve los senderos pero no nos salimos de la pista.



 Vamos a darnos otra oportunidad y volvemos a añadir una pista parriba, mas suave que la anterior, no hay fuego tan lento, hemos dejado la niebla en las alturas ahora el sol calienta.



Tomamos ahora el viento, y lo ponemos, del norte si es posible, esto hace que el biker, que se encuentra distraido con el paisaje y las vacas comience a pasar frio, y aunque lleva previsto subir al monte Abantos, el viento abulense le desanima. Volvemos a tomar una pista para abajo buscando refugio, casi con urgencia.



Elegimos un bello rincón para efectuar el refrigerio, reponer fuerzas y recuperar el punto de calor perdido. Necesitamos un platano, unos higos, y unas barritas apretas (las barritas 3.0 del futuro son planas, como los tallarines, según predice Towers, gurú de la materia).



Es el momento de darle un toque crujiente a la receta, para ello elegimos unas zetas, diez y seis en concreto, zig zag de bajada con raíces para no olvidarnos de nuestra también condición de bikers de camino estrecho. Al final nos esperan un grupo de vacas que pastan tranquilamente a nuestro paso; el momento vacuno no puede faltar en un guiso que se precie.




Hubo un despiste y nos salimos del track, acabando en la explanada del Monasterio del Escorial, aunque no estaba previsto, una foto monumental emplata bien y luce frente a los comensales. 





Y llega el momento mas critico de la receta, es cuando hace acto de presencia el rodillo de amasar pizza, ese utensilio opresor del hetero-matriarcado que ajusta el bono bici, y que en ocasiones se utiliza como herramienta motivadora para alcanzar grandes retos, pero que utilizado en exceso puede llegar a poner en riesgo la vida del biker. Gracias al rodillo de amasar pizza alcanzamos los picos de velocidad por la carretera que une el Escorial y Guadarrama saltandonos el track que esquivaba el pisar  el asfalto.



Cuando el biker está apunto de la deconstrucción, pues el ritmo impuesto por la cabeza del grupo es infernal aparece el ultimo ingrediente de la receta que es "un atajo". 





En este momento  ponemos el atajo, a fuego alto, con un poco de queso y calentamos hasta fundir al biker que si no tuvo bastante con el desnivel, y con el ritmo alto de la carretera, el atajo empinao parriba lo deja casi casi decostruido en su totalidad. A duras penas llega al punto final.





En el punto final nos reagrupamos Torrejota, Towers, Lupero, Chelero y Blogger para recomponernos de esta ruta pistera casi en su totalidad, rodar y ver, subir y bajar a buen ritmo y siempre en la mejor compañia, sin duda el mejor ingrediente es  la amistad que nos une tantos años, y tanto kilometros recorridos juntos; lujazo de cinco estrellas michelin...o mas...

Dedicada a la muchacha del Chelero!!!!

Palabra de Polvorancus.


Nos vemos en la proxima.


By Blogger. 



Powered by Wikiloc