martes, 21 de enero de 2014

Bikers bajo la lluvia.



Pues sí, amigos. El homo polvorancus no se detiene ante nada. Los elementos no pueden con él: niebla, lluvia, nieve, barro, la ausencia injustificada de las chicas del coche escoba… Nada puede con él. O sí??

Este domingo despertamos mirando al cielo y a los móviles. Llueve? No llueve? Aplazamos un rato a ver si escampa? Abortamos la salida (con el permiso de Gallardón y su proyecto de ley)?

Nada de eso!! Si la semana pasada fuimos capaces de hacer un “Homo polvorancus en la niebla”, esta semana seguiremos en plan cinéfilo: “Pedaleando bajo la lluvia”. Aunque haya habido bastante gallina por ahí suelta.


Después de mucho pensarlo y discutirlo con las parientas (¿Pero vas a salir con el día que hace? – No, solo voy al extremeño y en función de cómo esté el tiempo veremos – Bueno, TU VERÁS!!!!!!), cinco valientes (perdón, inconscientes) nos damos cita en el punto G y como vemos que parece que de un momento a otro va a despejar, nos liamos el chubasquero y el casco a la cabeza y salimos hacia el monte de Boadilla.

Y allá vamos, ejecutando acrobacias sobre el inestable terreno, cual Fred Astaire y Ginger Rogers, los cinco tarados: Migaego, Asolibes, Juanevolo, Jartowine y Sahagun.


Cruzamos como alma que lleva el diablo la Venta La Rubia (con su barro y sus charcos) y nos lanzamos a dar un vuelta por el perímetro del Monte de Boadilla (eso sí sin cruzar la carretera que va a Pozuelo). Nos metemos unos pocos p’arribas y p’abajos, y en vista de que las cadenas empiezan a hacer ruidos raros y de que algunos nos tememos que vamos a terminar con los dedos de las manos y de los pies amputados por congelación como si fuésemos Juanito Oyarzabal, decidimos poner rumbo a Alcorcón no sin antes darnos el gusto de meternos entre pecho y espalda unos senderitos para que Migaego no se ponga mustio.

Menos de 2 horas después de la salida nos plantamos en el extremeño igual que si hubiéramos salido de una pelea en el barro (de esas con las que soñábamos de adolescentes) y entramos en calor rápidamente gracias al caldito y a las migas.


Pero lo peor estaba aún por llegar. Sí, amigos. La cara de la parienta al llegar y darle la oportunidad de que cada vez que vea arena en el suelo durante una semana aproveche para echarme la bronca. Veremos cuando baje al trastero, igual alguien me tiene que acoger en su casa (puedo hasta colaborar en las tareas del hogar!!!) Aunque, como dice Fransua Hollande, yo de mi vida privada no hablo.

En fin, que poco más de 30 kilómetros sin parar de llover y con barro hasta las orejas, pero nadie dijo que esto iba a ser fácil. Yo, desde luego, me lo pasé como un enano.



P.D.: Perdón por la calidad de las fotos, pero es todo por culpa del Parkinson.


By Sahagun

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